Bésame Jacob. Bésame y luego regresa. Sabía que se aprovecharía de la situación. Lo esperaba. Me quede muy quieta, con los puños cerrados a ambos costados, mientras él tomaba mi cabeza entre sus manos y sus labios se encontraban con los míos con un entusiasmo rayano en la violencia.
Pude sentir su ira conforme su boca descubría mi resistencia pasiva.
Movió una mano hacia mi nuca, encerrando mi cabello desde las raíces en un puño torcido. La otra mano me aferro con dureza el hombro, sacudiéndome y después arrastrándome hacia su cuerpo. Su mano se deslizo por mi brazo, asiendo mi muñeca y poniendo mi brazo a su alrededor de su cuello. Lo dejé allí, con la mano todavía encerrada en un puño, insegura de cuan lejos estaba dispuesta a llegar en mi desesperación por mantenerle vivo. Durante todo este tiempo, sus labios, desconcertantemente suaves y calidos, intentaban forzar una respuesta en los míos.
Tan pronto como se aseguró de que no dejaría caer el brazo, me liberó la muñeca y buscó el camino hacia mi cintura. Su mano ardiente se asentó en la parte mas baja de mi espalda y me aplastó contra su cuerpo, obligándome a arquearme contra él. Siguió la línea de mi mandíbula con la boca y después exploto toda la extensión de mi cuello. Sus brazos se encerraron en torno a mi cintura y sus labios encontraron mi oreja.
-Puedes hacerlo mucho mejor Bella- susurró hoscamente, te lo estas tomando con mucha calma.
Me estremecí cuando sentí como sus dientes se aferraban al lóbulo de mi oreja.
-Eso esta bien- cuchicheó-.Por ultima vez, suéltate, disfruta lo que sientes.
-¿Estas segura de que quieres que regrese o lo que en realidad deseas es que muera?
Mis brazos estaban alrededor de su cuello, así que cogí dos puñados de pelo y luché por soltarme, intentando apartar mi rostro del suyo, pero Jacob lo mal interpretó.
Era demasiado fuerte para darse cuenta de que mis manos querían causarle daño, de que intentaban arrancarle el pelo desde la raíz. En vez de ira, creyó percibir pasión. Con un jadeo salvaje, volvió su boca contra la mía, con los dedos clavados frenéticamente en la piel de mi cintura.
Si solo hubiera sido cuestión de orgullo habría sido capaz de resistirme, pero la profunda vulnerabilidad de su repentina alegría rompió mi determinación, me desarmó.
Contra toda razón, mis labios se movieron con los suyos de un modo extraño, confuso, como jamás se habían movido antes. Mis dedos se afianzaron a su pelo, pero ahora para acercarlo a mi.
Lo sentía por todas partes. Había ardor por doquier.
No podía ver ni sentir nada que no fuera Jacob.